El Maestro Molina y su “burra cansada” de hace 35 años

Luís Molina Loor (64) ha sido casi de todo en esta vida. Fue agricultor, sastre, panadero, corredor de bicicletas y motos y desde hace 28 años tiene un taller para reparación de motos.

Desde hace 35 años posee una vieja moto Yamaha YB 125, también conocida como “burra cansada”, de la cual no ha querido desprenderse o cambiarla por otra, a pesar que tiene guardada otra mucho mejor.
Llegó desde Calceta en el año de 1958 a trabajar de “muchacho mandado” donde un tío. Tenía que trabajar y el hecho de ser el mayor de 12 hermanos lo obliga a hacerlo, según cuenta.
“Mis padres se dedicaban a la agricultura y lo que ganaban no alcanzaba para mantenernos a todos, y ante ello estábamos obligados a trabajar desde muy temprano”, recuerda.
En primera instancia laboró en una panificadora, cuyo dueño era Horacio Guerrero, luego trabajó con un reconocido sastre del puerto de apellido Buitrón, del cual aprendió el oficio.
Siempre tuvo ese deseo ferviente de conocer y aprender, como todo adolescente ávido de poder mejor su estabilidad económica. Ya desde aquel entonces le llamaba la atención las motos, pero primero tuvo una bicicleta.
“Hace 40 años tuve mi primera moto, era una Honda 90 Super Sport. Por aquel entonces era el boom en la ciudad y provincia”, relata Luis Molina a EL MERCURIO.
Realizaban circuitos o carreras con varios amigos. Pero primero fue corredor de bicicleta, y entre los dirigentes deportivos de esta disciplina recuerda al español Ramón Plescente.
Despuntó tan bien en las carreras de bicicletas, que en una ocasión clasificó a la “Segunda Vuelta por el Ecuador”, en representación de Manabí. Lamentablemente no tuvo el apoyo económico y no logró ir ni tampoco participar en la carrera.
Aquello le molestó mucho y fue tanto su impotencia que dejó la bicicleta, como muestra de rechazo e indignación. “Fue uno de mis momentos más tristes de mi vida, era un joven deportista y con muchas ilusiones y ganas de triunfos”.


A pesar de que muchos amigos insistieron para que no dejara este deporte, definitivamente no desistió de su decisión. “Gané muchas carreras como la Manta – Portoviejo y donde obtuve el triunfo con un tiempo de 51 minutos y 30 segundos”.
Luego viene otro capítulo en su vida, su otra pasión; las motocicletas y en el transcurso de su vida ha tenido más de 15, pero definitivamente se ha quedado con su “burra cansada”, que la adquirió de “segunda mano”.
Participó en muchas carreras de motos, y recuerda en aquellos tiempos a su amigo Jacobo García , Paco García, y otros amigos. La mayoría de las competencias era por deporte, aunque existieron también oficiales.
“Cada domingo nos reuníamos 10 o mas amigos y hacíamos competencia de Portoviejo hasta Santa Ana”, cuenta con nostalgia este ex deportista y ahora mecánico de motos.
Las carreras también se las hacía en el malecón del puerto, y recuerda un accidente cuando una moto se fue contra un grupo de personas que espectaban el circuito. Un aficionado murió, aunque no recuerda la fecha de aquello.
Este hecho muy lamentable, donde además hubo heridos, le motivó que “parara la pata”, y otro factor volvió a ser la falta de apoyo económico para este deporte.
“Se nos dañaban nuestros vehículos y no teníamos para comprar los repuestos, y fue otro retiro anticipado y obligado de las competencias con motos”, manifiesta.
Con su experiencia obtenida con las bicicletas y luego con las motos, decidió montar un taller. Los conocimientos los tenía y definitivamente su suerte estaba echada como maestro en motos.
Y desde aquel entonces han transcurridos 28 años con su taller, ubicado en calle 13 y avenida 7, cerca de un gran árbol y acompañado siempre de un viejo radio de onda corta.
El taller también es su hogar que la comparte con su actual compañera sentimental o pareja de nombres Sonia Bailón, con la que lleva 14 años de relación.
Con ella no tiene hijas, pero en otro compromiso pasado logró tener un total de 8 hijos, en realidad nunca manifestó en cuantos hogares. En todo caso ahora está tranquilo y feliz con su pareja.
La propiedad no es suya es de una familia Proaño. En su interior existen variedades de plantas y árboles, es que esa es otra afición de él, la naturaleza.
“Esto es la vida misma”, indica, a lo mejor esa es la razón por lo que a su edad se encuentre sano. “Ellos me han encargado que cuide y mantenga este gran patio, en donde en una parte del terreno decidí levantar mi casita”.
En su trabajo recibe diariamente a “tres pacientes” porque en honor a la verdad no le gusta la “montonera”, “Prefiero hacer mi trabajo bien hecho y no al apuro”, explica.
Y aquello tiene su asidero, porque no tiene ayudante alguno ni ahora ni cuando empezó. Su trabajo lo realiza solo y su concentración está en un solo vehículo. “Esa es mi garantía”, asegura.
En cuanto a las motos, supo decir que hay que andar con mucho cuidado. “Hay que tener mucha cabeza para subirse en ellas, sobretodo ahora que las hay de muchas revoluciones”.
Siempre dicen que cuando se adquiere una motocicleta a la par se debe adquirir un ataúd. “Y eso es cierto, mi último accidente lo tuve hace 6 años en el sector de Higuerón. Un puerco se le atravesó en la vía y producto de aquello me disloque el hombro”.
En resumen en su vida han sido pocos los accidentes sufridos, y casi no han repercutido en su estado físico. “He tenido mucha suerte y la otra parte ha sido mi responsabilidad al conducirlas”, cuenta.

“Ahora la juventud anda como loca corriendo, quien posee uno de estas motos deben entender que no es correr por correr, hay que manejar con asunto”.
Mientras habla le da mantenimiento a su otra compañera como la llama a la “burra cansada”, que es muy importante. Cerca de él está su compadre desde hace 18 años, Pablo Reyes de Santa Martha.
Su “compa” todos los sábados lo visita para conversar sobre cualquier tema cotidiano o en lo relacionado a las motos, tema que se extiende hasta horas las la noche acompañados de unas “frías”.

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